Te despiertas a las 6 de la mañana con un fuerte dolor de cabeza porque no pudiste dormir bien el día anterior.
Te detienes un momento, mirando al vacío, deprimiéndote porque es lunes.
Vuelves a la realidad, te bañas, te cambias y desayunas.
Sales a la calle, tomas algún medio de transporte y te diriges a tu trabajo.
Te duermes en el camino.
Llegas y empieza tu jornada.
Todo se vuelve rutinario como siempre.
Miras con ansias el reloj cada minuto para contar cuanto falta para salir.
Pero en un momento...
Algo pasa.
Algo extraño.
Algo inesperado.
La chica que te agrada te saluda. Alguien te sonríe y te dice "buena trabajo". Recibes un mensaje de alguien con quien no hablabas hace mucho. Recibes una buena noticia de tu familia o amigos. O simplemente pasan tu canción favorita.
Esos segundos, esos preciados segundos te hacen pensar que quizás este día no es tan malo, quizás lo estuviste viendo desde la perspectiva incorrecta. Quizás aún hay tiempo de continuar este día con una sonrisa o con un mejor ánimo. Sientes que tu alma se infla de buenas vibras, ves todo más colorido, se dibuja una sonrisa en tu rostro. Todo cambia alrededor tuyo.
Un fajo más de papeles en el trabajo caen en tu escritorio, alguien te trata de la peor manera o la comida del almuerzo resulta asquerosa ese día.
Vuelves a tu realidad.
Respiras hondo, sacudes tu cabeza y vuelves a tu rutina.
Sales del trabajo por fin y llegas a casa.
Ves televisión, juegas algún videojuego o simplemente te pones a leer algo en internet o un libro.
Reflexionas sobre tu día.
Sonríes recordando esos pocos segundos alegres que tuviste en el día.
Borras tu sonrisa al recordar que sólo fueron unos segundos.
Respiras hondo otra vez.
Esperas con todas tus fuerzas que al menos tus sueños sean buenos este día.
Duermes.
Te detienes un momento, mirando al vacío, deprimiéndote porque es lunes.
Vuelves a la realidad, te bañas, te cambias y desayunas.
Sales a la calle, tomas algún medio de transporte y te diriges a tu trabajo.
Te duermes en el camino.
Llegas y empieza tu jornada.
Todo se vuelve rutinario como siempre.
Miras con ansias el reloj cada minuto para contar cuanto falta para salir.
Pero en un momento...
Algo pasa.
Algo extraño.
Algo inesperado.
La chica que te agrada te saluda. Alguien te sonríe y te dice "buena trabajo". Recibes un mensaje de alguien con quien no hablabas hace mucho. Recibes una buena noticia de tu familia o amigos. O simplemente pasan tu canción favorita.
Esos segundos, esos preciados segundos te hacen pensar que quizás este día no es tan malo, quizás lo estuviste viendo desde la perspectiva incorrecta. Quizás aún hay tiempo de continuar este día con una sonrisa o con un mejor ánimo. Sientes que tu alma se infla de buenas vibras, ves todo más colorido, se dibuja una sonrisa en tu rostro. Todo cambia alrededor tuyo.
Un fajo más de papeles en el trabajo caen en tu escritorio, alguien te trata de la peor manera o la comida del almuerzo resulta asquerosa ese día.
Vuelves a tu realidad.
Respiras hondo, sacudes tu cabeza y vuelves a tu rutina.
Sales del trabajo por fin y llegas a casa.
Ves televisión, juegas algún videojuego o simplemente te pones a leer algo en internet o un libro.
Reflexionas sobre tu día.
Sonríes recordando esos pocos segundos alegres que tuviste en el día.
Borras tu sonrisa al recordar que sólo fueron unos segundos.
Respiras hondo otra vez.
Esperas con todas tus fuerzas que al menos tus sueños sean buenos este día.
Duermes.
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