-Y...- empecé a titubear por unos momentos. El nudo en la
garganta era un trago amargo que hacía que mis ojos lagrimeasen un poco.
-Y...- volví a decir. Miré por la ventana. Roxane se veía
preciosa con su vestido nuevo que había recibido en su vigésimo quinto
cumpleaños. Saltaba de alegría, siendo observada con sonrisas de oreja a oreja
por parte de sus padres y su hermano. Luego, empezó a abrazar a su acompañante.
A abrazarlo y besarlo en los labios, mejillas, frente, con todo el frenesí y
éxtasis de felicidad, aparentemente por estar en tan bonita velada, con todos
sus seres queridos. Empezó a besar y abrazar a su familia también.
-Bueno... creo que escogí un mal momento...- Unos ojos me
miraban fijamente, esperando lo que tenía que decir. Joanne, una de las tantas amigas
de Roxane había sido la que había abierto la puerta y había recibido a un pobre
tonto con un ramo de rosas y un traje formal, con unos zapatos sucios por
llegar corriendo hacia el lugar.
No necesitaba ser un genio para saber lo que había pasado.
Ya muchas veces, había experimentado situaciones en las que en mi cabeza empezaba
a soñar demasiado alto, a armar planes utópicos pero que sonaban tan posibles
que a pocos, me los empezaba a creer. Yo sabía que mi situación era una
situación digna de una comparación entre la expectativa versus una triste
realidad.
-¿Qué sucede?- dijo Joanne con tono calmado. Algo me decía
que Joanne ya sabía lo que ocurría. Seguramente deseaba no haber sido la que abriera
la puerta. “Debo lucir patético”, pensé.
Esa voz me sonó muy conocida. Roxane salió corriendo de
dónde estaba y se abalanzó sobre mí, casi destruyendo las rosas que había
traído.
-¡He tratado de buscarte por todos lados!
-Bueno... solo quería saber... Roxane... es... ¿es feliz?-
preguntó Lucas, luchando cada vez más con el nudo de la garganta que tenía.
Parecía que le apretaba como si alguien lo estuviera ahorcando.
Joanne se quedó pensando un momento. Miró por la ventana y
vio la misma escena que Lucas había visto hacía unos momentos. Hizo memoria de
todas las situaciones en las que Roxane había pasado por relaciones y pudo
responder, después de unos momentos, la pregunta de Lucas.
-Sí...- dijo Joanne. -... eso creo.-
Lucas ahogó sus ganas de llorar con una pequeña carcajada.
-Bueno... jaja... eso es lo más importante.- Lucas usualmente trataba de reírse
en situaciones tristes. Lo hacía ver como un verdadero tonto.
-Bueno, creo que... estoy sobrando un poco aquí.... jajaja...
yo ehhhh....- Lucas miró su mano que cargaba el ramo de rosas. -... yo ehhh...
toma.- le dio las rosas a Joanne. -¿Puedes dárselas a Roxane?- preguntó Lucas.
-Claro, no hay problema.- dijo Joanne, recogiendo las
rosas. -¿de quién le digo que son?-
-Ah eso no importa...- Lucas miró otra vez por la
ventana.-... no importa.-
-Creo que debo irme ahora.- dijo Lucas.- muchas gracias por
todo, señorita.-
Lucas empezó a caminar calle abajo. -¡Espera!- dijo Joanne
en un momento. -¿Vas a estar bien?- preguntó. Obviamente Joanne sabía que ese
muchacho tenía el corazón hecho añicos, no quería enterarse después que
cometiera una locura.
-Oh sí sí, estaré bien jajaja- dijo Lucas con su estúpida
risa para ocultar su tristeza. -Nada que el alcohol de un bar no pueda curar.
¡Gracias por tu preocupación!- dijo levantando la mano en son de despedida y
siguió su camino.
Lucas aflojó su corbata para deshacerse del nudo en su
garganta, pero fue en vano. Sentía las pequeñas lágrimas tibias en sus ojos,
pero se las limpió rápidamente. Recordaba como su padre le decía que ninguna
situación merecía llorar, dado que eso expresaba debilidad ante las situaciones
problemáticas.
Decidió ir al bar que se encontraba calles más abajo de la
avenida en que se encontraba. Allí, quizás, podría emborracharse lo suficiente
para quedarse dormido y despertar de aquella pesadilla.
-¡Lucas! Qué bueno verte amigo, siéntate.- le dijo Jhon, el
barman del lugar. Jhon conocía a Lucas desde hacía unos 5 años, cuando Lucas
descubrió su afinidad por el trago.
-¿Por qué vienes solo?- dijo Jhon extrañado. -¿Vendrá de
aquí esa hermosa dama con la que estuviste acompañado la otra vez?- preguntó
Jhon con una sonrisa en los labios.
-Pues mi estimado amigo Jhon, no lo creo.- dijo Lucas,
derrumbándose en la silla frente a la barra. -Ella es feliz ahora. Así que hoy
brindaré por los antiguos buenos tiempos, cuando tú me servías alcohol y yo lo
tomaba hasta derrumbarme.-
Jhon no se tomó esto a broma. Pudo ver en los ojos rojos de
Lucas que algo había pasado. Como su amigo, detestaba ver a Lucas tan triste y
afligido, a pesar de que gastaba buen dinero en el bar, se había alegrado mucho
que Lucas había dejado de ir al bar hacía buen tiempo. Se había recuperado de
su alcoholismo.
-Por favor, sírveme algo fuerte.- Lucas se aflojó más la
corbata y se desabotonó los primeros dos botones de su camisa. –No quiero
recordar absolutamente nada de lo que ha pasado hace 6 meses.-
-Vaya Lucas, no tengo algo para tanto tiempo. Espero la
mezcla de siempre te ayude lo suficiente.- dijo Jhon, acercándose a los
aparadores de los tragos.
El bar estaba tranquilo, tal como le gustaba a Jhon. La
noche estaba empezando recién, así que en unas horas quizás se llenaría un poco
más.
***
Habían sido dos años muy
largos. Lucas chupaba un caramelo de licor en la estación de tren, esperando
que pase el tren de las 5 pm. Ya hacía un año y medio que había decidido dejar
de beber tanto, luego de ver que gran parte de su dinero se estaba yendo en el
alcohol. Aún, a pesar de eso, cada día, chupaba uno o dos de los caramelos de
licor que compraba en una de las bodegas cerca a su casa. –Una vez adicto,
siempre un adicto.- pensaba Lucas.
Lucas se apretó en su
saco. Hacía un poco de frío. Se sentó en el paradero, a esperar pasar el tren.
Era muy raro no ver a
nadie allí, pero en ese momento, todo el lugar estaba desierto. Decidió ver su
celular un momento y “chismosear” en las redes sociales.
-Nada interesante.-
pensó. Todo lo nuevo eran las típicas cadenas de fotos de la Virgen o Jesús que
mandaban sus familiares, algún “like” en algún post que ya no recordaba. Se
alegró al ver que dos amigos habían viajado a Canadá para unos estudios y por
las fotos, les estaba yendo muy bien. Luego, Lucas revivió las fotos del
matrimonio de una de sus buenas amigas de la universidad, que había sido hacía
unos meses y donde aprovechó para encontrarse con el antiguo grupo de sus
amigos universitarios.
Entre las conversaciones,
supo que a todos les estaba yendo muy bien, algunos estaban por empezar una
nueva empresa, otros estaban a punto de lograr un ascenso, y otros amigos se
habían juntado y estaban a punto de tener un hijo. Lucas, entre esas
conversaciones, se sentía a veces fuera de lugar, dado que no tenía muchas
cosas que contar. Algunos amigos le habían dicho que no había cambiado nada
desde la universidad, ni en apariencia ni en la forma de ser. Lucas siempre
había sentido que estaba atascado entre un adulto y un adolescente.
Un tren pasó rápidamente,
lo que sacó a Lucas de sus pensamientos. Fue en ese momento en que se percató
en que alguien se había sentado a su lado.
Era una joven con un saco
gris y un pequeño gorro para el frío. Por cómo se veía, al parecer también
estaba inmersa en el mundo digital.
Lucas no sabía por qué,
pero esa chica se le hacía muy conocida.
La joven debió
haberse percatado de la mirada penetrante de Lucas, dado que levantó la cabeza
y cruzó miradas con él. Lucas aún no podía dar con quien era, pero la chica,
por la sonrisa que mostró, al parecer sí lo recordaba.
-¡Hola!- empezó la
joven. –Tú eres… Lucas, ¿verdad?- dijo con tono alegre.
-Sí…- titubeó
Lucas un momento. Se sentía un poco mal que la joven lo reconociera a él y él
no pudiera reconocerla a ella.
-¿Recuerdas quién
soy? Bueno, nunca pude presentarme correctamente. Soy Joane, la mejor amiga de
Roxane.- dijo la joven.
Lucas sintió algo
muy dentro cuando escuchó el nombre “Roxane”. Algo que había dejado enterrado
profundamente. Felizmente, Lucas ya había olvidado todo ese asunto, así que esa
sensación duró segundos. Lucas recordó a la joven que le abrió la puerta ese
día tan estúpido y digno de una novela mexicana.
-Hola Joane, sí,
ahora ya te recuerdo.- dijo Lucas acercándose a saludarla. -¿Cómo te va?-
preguntó.
-¡Muy bien! Todo
va muy bien.- dijo Joane, guardando su celular en el bolsillo. -¿Y tú?-
-Igual, todo
tranquilo.- dijo Lucas, también guardando su celular. –Me dirigía a la ciudad
vecina a ver unos asuntos de mi trabajo.-
-¡Yo también!-
dijo Joane. –Bueno, no por asuntos de trabajo, más bien familiares.-
-¿Está todo bien?-
preguntó Lucas, tratando de ser educado.
-Sí, sí jaja.
Cosas sin importancia.- dijo Joane riendo.
En ese momento,
hubo un silencio un poco incómodo, en donde los dos miraron al suelo. Lucas
pensó que ese era ya el fin de la conversación, así que empezó a sacar su
teléfono para volver al mundo digital, pero Joane continuó hablando.
-Y bueno… ¿tú
estás bien?- preguntó Joane, con una voz un poco baja. –Digo, luego de esa
vez.-
-¿Eh?- preguntó
Lucas, tratando de asimilar la pregunta anterior. –Ah sí sí, todo muy bien.-
dijo Lucas riendo.- Son cosas que pasan y debemos superarlas. –
Lucas no se sentía
muy orgulloso, pero luego de unos meses de lo que pasó, decidió borrar todo
rastro de Roxane de su vida; en redes sociales, fotos, videos, mensajes, etc.
-Supe que se
casó.- continuó Lucas.
-Sí, hace unos
meses.- reafirmó Joane. –Entiendo que tú no hayas ido, creo que yo en tu
situación, tampoco lo hubiera hecho.-
Lucas
efectivamente recibió una invitación en su correo. La invitación venía
acompañada de una carta personal de Roxane. Al parecer, quizás por Joane o
alguien más, Roxane supo que Lucas llegó a verla ese día. Lucas abrió la carta
a duras penas, pero cuando leyó que la primera oración empezaba con un “Lo
siento tanto…”, echó inmediatamente todo a la basura.
-Sí, bueno…- Lucas
rio nerviosamente.-Estuve ocupado ese día.- Lucas se aclaró la garganta.
–Bueno, ella es feliz ahora.-
Joane se quedó en
silencio un momento. -¿Sabes? Siempre me quedé pensando en esa pregunta que me
hiciste ese día. Preguntaste si ella era feliz.-
Joane se acercó un
poco a Lucas. –Por un momento, pensé que era una de las cosas más… no sé,
románticas y maduras que alguien hubiera hecho.- dijo Joane sonriendo. –Pensé,
“este chico realmente la quiere”.-
-Pero luego,
pensando más detenidamente.- dijo Joane, dejando de sonreír.-Quizás, eso ya no
debería importar mucho.-
Joane miró
fijamente los ojos de Lucas. –Dime, desde esa vez, ¿te has preguntado si TÚ
eres feliz?-
Lucas se quedó
pensando un momento eso. Jhon se lo había dicho en algún momento también. Por
más tonto que pareciese, Lucas nunca había pensado si realmente él era feliz
luego de que las cosas se dieron. Lucas pecaba de muchas veces, preocuparse por
la felicidad de los demás, de Roxane por ejemplo, pero nunca de la suya.
-ESTIMADOS
PASAJEROS, LAMENTAMOS INFORMARLES QUE EL TREN DE LAS 5 PM., HA SIDO CANCELADO
POR REPARACIONES. LES PEDIMOS DISCULPAS. LES AGRADECEREMOS RECOGER SU REEMBOLSO
DEL VIAJE EN LA VENTANILLA TRES DEL PRIMER PISO. GRACIAS.-
-¡Vaya! ¡Qué
suerte la nuestra!- dijo Joane después de escuchar el anuncio. –Creo que tomaré
un taxi o algo, no está muy lejos.-
Lucas aún estaba
ensimismado en sus pensamientos.
-¡Nos vemos
luego!- dijo Joane dándole un beso en la mejilla a Lucas, como despedida. –Fue
un gusto hablar contigo.-
Joane le dio una
última sonrisa a Lucas y empezó a bajar las escaleras.
Lucas seguía
pensando. Después de unos minutos, decidió correr. Quizás aún podría alcanzar a
Joane, y quien sabe, compartir el taxi, ¿por qué no?
FIN
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