En el camino de titanes (fragmento)

Una luz brillante iluminó toda la habitación.

La luz era demasiado fuerte. Sentía cómo me traspasaba los párpados. Desperté tan rápido que me caí de la cama. Me levanté desorientada, tratando de entender lo que ocurría rápidamente. Me cubrí los ojos con las manos. Sentía que mis ojos se iban achicharrando lentamente.

“¡LUCARI! ¡AMADON!”

Nadie respondió.

Mis gritos parecían perderse en el silencio. “¿He perdido mi voz?” pensé.

“¿Quién podría estar atacando el castillo? ¿Qué tipo de magia podrían estar usando?” Era obvio que era magia y por lo visto una muy poderosa.

Disparatur lux augendae!” grité rápidamente algunos encantamientos en latín para opacar la luz, pero fueron inútiles.

Empecé a tantear mi camino hacia la puerta, teniendo cuidado de no tropezarme. Cuando por fin di con la puerta, la abrí y empecé a gatear en el frío suelo de piedra del castillo.

Abrí un poco los ojos mirando al suelo. Me di cuenta que la luz no era tan fuerte de ese lado. Pero si miraba hacia arriba, la luz se intensificaba. Eso significaba que…

“Lucía”. Su nombre me apareció en la mente como un estallido. “Quieren a Lucía”.

Por supuesto que querían a la reina del imperio. Nadie podía aceptar que la sucesora de la corona y el poder fuera una mujer. Ni siquiera porque ella había sido elegida por el mismísimo creador. Desde su coronación, el castillo había sido víctima de varios ataques.

Tenía que asegurarme que la suprema reina estuviera bien.

“Espero Thur esté con ella y Linmer esté viendo una forma de detener esto.”

Mi habitación no quedaba lejos de sus aposentos, sólo tenía que ubicar las escaleras de la torre y subir.

Una vez que había salido de mi habitación, me encontré en el pequeño hall. Sabía que si seguía gateando hacia al norte encontraría las escaleras. Traté de silbar a Lucari una vez más, pero aún no salía sonido de mi boca. Golpee mis faldas para llamarlo pero tampoco funcionó.

“¿De dónde viene esta luz? Nunca había visto o sentido algo así.”

Parecía como si viniera de todos lados por momentos, pero por otros, como en el momento anterior, parecía que la luz viniera de la habitación de Lucía. Miré nuevamente al suelo para asegurarme pero esta vez la luz cubría todo el lugar.

Seguí avanzando al norte, tratando de no golpear alguna mesa o una silla. Seguía silbando y gritando (tratando más que todo) el nombre de Lucari. “¿Dónde diablos estás cuando más te necesito?”

Al llegar al umbral de las escaleras que llevaban a los cuartos de la reina, el castillo se estremeció como si estuviera ocurriendo un terremoto.

Empecé a subir gateando por las escaleras. Sentía que cada vez me acercaba a mi destino, mi cuerpo se hacía más pesado y me dolía más la cabeza. La escalera circular se hacía eternamente larga.

Un sonido empezó a hacerse más fuerte. Un sonido bastante agudo. Mientras más me acercaba a los aposentos de Lucía, más fuerte el sonido se hacía. Me tapé los oídos en vano. Aún podía escuchar ese sonido agudo infernal. Empecé a sentir cómo empezaban a emanar delgados hilos de sangre de mis oídos.

“¡LUCÍA! ¡LUCÍA!”


Nadie respondió a mis gritos.

Imagen: "The end of the way" de Jessica Rossier

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