“¡Hola!”
Mis pensamientos
matutinos se disiparon en una nube de humo imaginario. Su mano derecha se agitó
frente a mi rostro para despertarme.
“Ho… hola”
respondí. No me había percatado que un cliente había estado parada en frente
mío hace un rato.
“Lo lamento,
estaba eh… tratando de recordar algo.” Empecé a revolver algunas cosas con el
fin de dar la impresión que estaba trabajando y no soñando despierto.
“Tranquilo, no te
preocupes. Yo también sueño despierta algunas veces. No tienes que avergonzarte.”
Lo que dijo me
hizo detenerme y mirarla con más atención. La persona que estaba frente a mí
era una chica de unos… bueno… no soy muy bueno adivinando edades, pero supongo
que podría tener… ¿28? ¿29? Yo tengo 30 así que dejémoslo en que ella tenía más
o menos mi edad. Quizás uno o dos años menos.
Tenía cabello
rojizo como fuego vivo, amarrado en una coleta (un peinado muy común si me lo
preguntan). Lentes grandes negros, no sé si era para aparentar un look hípster o de sabelotodo o quizás
realmente eran los lentes que necesitaba. Era una pena que usara lentes tan
grandes porque escondían unos ojos verdes muy bonitos. Su piel era clara, pero
no tanto, quizás entre una mezcla de salmón y blanco. Sus labios estaban
rojizos y sus mejillas también, quizás por el frío del día. Tenía puesto un
suéter verde con un símbolo de un triángulo en el pecho (¿Illuminati? ¡Concéntrate idiota!). Jeans color azul (¿es redundar
esto? Los jeans son siempre azules ¿no? Ahhh cierto, existen los jeans negros
también, perdón, continuemos), y unos zapatos negros. Pude ver pulseras en
ambas manos y un reloj de Hello Kitty. (¿Ella era un poco infantil quizás?) Me
gustaba que tenía una pequeña cadena con una medalla colgando. (¿Religiosa
también?)
“El reloj me lo
regaló mi hermana y la medalla es de un santo que no recuerdo su nombre. Un
regalo de mi mamá” dijo la señorita mientras rio.
Era la segunda vez
que hacía eso. “¿Puedes leer mentes?” balbuceé. (Sí que eres un idiota Ben).
“Jajaja no tonto,
sólo que vi como tus ojos iban pasando por todo mi cuerpo, como inspeccionando”
dijo sonriendo.
“Lo siento mucho…
a veces hago eso, es algo involuntario. Perdóname” dije rápidamente. (Bien Ben,
eres todo un galán. Ahora pensará que soy un maldito acosador o pervertido).
“Tranquilo galán,
no me incomodó en lo absoluto. Te confieso algo, yo también lo hago. Me siento
como una especie de detective. Puedes averiguar mucho sobre una persona viendo
sólo cómo se viste.”
Me agradaba ver
que sonreía cada vez que hablaba. Nunca había conocido a alguien que pudiera
hacer eso. Normalmente las personas sonríen al comienzo de la conversación por
cortesía y luego muestran su lado normal cuando ya se meten en la conversación.
Ella no, parecía que su sonrisa era su estado normal. Era extraño y lo extraño
era bueno para mí.
“Por cierto, mucho
gusto. Mi nombre es Cassandra. Cassandra Ivanova”
Levanté mi mano y
estreché su mano. “Un gusto, soy Ben. Ben Santana” Su mano era muy suave y
frágil pero con su agarre demostraba decisión.
“Oh Santana, no se
escucha ese tipo de apellidos muy seguido por estos lados”.
“No soy de aquí.
Me mudé hace unos dos años.” Espera, espera, ¿por qué le estoy diciendo todo
esto? Ni siquiera la conozco.
“¿Eres latino o
español?” preguntó Cassandra abriendo sus ojos, emocionada.
“Latino.” Dije rápidamente.
“Wow… entonces
debes tener la chispa de todos los latino ¿eh?” dijo mordiéndose el labio…
espera, ¿qué? ¿Ella hizo eso? ¿Eso no significa algo? No, no, quizás estoy
imaginando cosas.
“Bueno creo que se
olvidaron de ponerme la chispa a mi cuando me fabricaron jaja” reí tontamente
de mi tonto chiste porque soy un tonto. Y sí, he utilizado tres veces “tonto” porque
quiero resaltar que no soy bueno en esto.
“No lo creo,
tienes algo ciertamente, sino no estuviera hablando contigo ahora.”
Nuevamente la
sonrisa la acompañaba. Y lo que dijo era cierto. Miré rápidamente alrededor. En
la librería había muchas personas, incluso pude ver como 5 tipos más apuestos
que yo, pero no, la chica más bonita del lugar estaba hablando conmigo. Podía
ser una broma o algo así. Pellizqué mi brazo debajo del mostrador para
comprobar si era un sueño. No… no lo era. La vida real me dio una respuesta con
el dolor del pellizco.
“¿Soñando otra vez
despierto?”
Rayos… concéntrate
en la preciosura que tienes al frente Romeo. Tus pensamientos estúpidos pueden
esperar.
“Ehh… no no,
perdona, estaba pensando en lo que dijiste de la chispa. Nunca nadie me había
dicho eso.”
“Me alegra ser la
primera” dijo en una voz un poco baja, mientras me guiñaba el ojo.
Traté de eliminar
todo pensamiento sensual en cuanto a la última cosa que me dijo (sí, estaba
pensando que quizás ella podría ser la primera en otras cosas… ¿me entiendes
verdad?). “Muchas gracias. Pero bueno, dime, ¿en qué te puedo ayudar?”
“Pues verás, me he
dado cuenta que soy una pésima lectora. Quiero decir, en toda mi vida, no he
leído lo que realmente importa, no sé si me entiendes.”
“Eso creo, ¿eres
una lectora casual y quisieras pasar al grupo élite de lectores cultos?”
“¡Exacto!” sonrió
Cassandra mientras chasqueó los dedos. “Eso es exactamente lo que necesito.
Pero no es que sea una persona con demasiado dinero, así que quisiera que me
recomiendes uno de estos dos libros.”
Cassandra levantó
los libros que tenía en cada mano. “Por este lado tenemos a…” dijo mientras
levantaba la mano derecha “… Ernest Hemingway con ‘El viejo y el mar’”.
Era una buena
opción. Hacía tiempo que no leía a Hemingway pero esa obra me pareció
excelente. La lucha de un anciano frente a las adversidades por lograr lo que
quería era algo realmente inspirador.
“Y en este lado
tenemos a Albert Camus con ‘El extranjero’” dijo Cassandra al levantar la mano
izquierda, revelando el libro.
“Mmmm…” me crucé
de brazos. Siempre me había gustado cómo escribía Camus y por momentos lo
tomaba como ejemplo en algunos escritos que tenía en mi departamento. Realmente
era una decisión difícil.
“Pues…” empecé
“por más que me encanta Camus, creo que dejar pasar al señor Hemingway sería un
insulto a su memoria. Primero lee ‘El viejo y el mar’ y luego regresas por el
señor Camus”.
“¡Genial! Eso
estaba pensando también.” Cassandra dejó el libro de Camus sobre el mi
escritorio. “¿Podrías guardarlo por mí?” La miré y vi que estaba mirándome
directamente a los ojos, mordiéndose nuevamente los labios. ¿Quién podría
resistirse a esa cara?
“Claro, claro, es
mi trabajo.” Dije mientras ponía a “El extranjero” debajo del mostrador para
guardarlo más tarde. “Entonces ¿El viejo y el mar para llevar?”
“Sí, por favor.”
“Serían $12.00 por
favor.”
Cassandra me
alcanzó un billete de $20.00. Lo registré todo en el sistema, le di su boleta y
su cambio, además del libro en una envoltura de papel.
“¡Muchas gracias Ben!
Estoy segura de que pasaré un buen rato con el señor Hemingway este fin de
semana.”
Cassandra cogió la
bolsa y lo demás, me dio una última sonrisa. “¡Espero verte pronto! ¡Nos
vemos!” dijo antes de empezar a caminar y dirigirse a la puerta.
“Wow” pensé al ver
a Cassandra de espaldas. Tenía un bonito trasero, lo suficientemente grande y
lo más importante es que estaba muy bien formado, por lo que se podía apreciar
al ver sus jeans.
Espera, espera,
espera. ¡Debes hacer algo! ¡Esa hermosura se está yendo! Pero dijo que
regresaría por el libro de Camus… aunque no es seguro. No, no, lo puede comprar
en otra librería y tú ya nunca la verías. Oh no, se está yendo, ya está cogiendo
su saco para salir… ya casi está por la puerta. ¡Haz algo demonios!
“¡Eh! ¡Cassandra!”
grité en el último segundo.
Cassandra se detuvo
y volvió su mirada hacia mí. Oh Dios, se veía tan linda con su saco negro
largo.
De acuerdo, Cassandra está mirándome. ¿Ahora qué?
“¿Si?” dijo
Cassandra con voz alta para que se escuche desde el otro lado de la tienda.
Le hice una seña para que se acercara. Ella
obedeció y se puso nuevamente frente al mostrador. “¿Ocurre algo señor
Santana?” dijo en tono de broma.
“No, no, todo está
bien… es sólo que…” piensa algo rápido, rápido, RÁPIDO.
“Pues quería
decirte que puedo sugerirte más libros además de las obras de Hemingway y
Camus.” Bien jugado.
Cassandra sonrió.
“¡Eso sería genial! Un amigo me recomendó éstos dos libros pero me gusta mucho
leer así que creo que me quedarán cortos. Dime, ¿cuál es tu número? Así
podremos conversar por whatsapp o mensajes.”
Era un hermoso gol
de media cancha. “¡Gracias Dios!” pensé.
“Ehh claro, mi
número es 988 344 xxx” dije rápidamente.
Ella agarró su
celular y empezó a llamar. Mi celular empezó a vibrar en mis pantalones.
“Listo, ya te
tengo agregada.” Dije después de agregar su número a mis contactos.
“¡Genial! Estaré
esperando conversar contigo señor Santana.”
“Lo mismo digo
Cassandra.”
“Ahora que
compartimos números, puedes llamarme Cass.” Dijo Cassandra sonriendo. “En
verdad pensé que no me lo pedirías.”
“¿Eh?” pregunté
confundido.
“¡Vaya que eres
lento eh! Jajaja” rió Cass mientras guardaba su teléfono. “Me parece que tú y
yo la pasaremos muy bien.”
Estaba tan
confundido en ese momento. ¿Ella estaba coqueteando conmigo? Oh por Dios, claro
que sí, sólo que no había visto las señales.
“Hasta luego.” Se
despidió Cass agitando la mano. “O espera, creo que en Latinoamérica se
despiden así…”
Cassandra se
acercó, se apoyó sobre el mostrador y se puso frente a mí. Rápidamente me dio
un beso en la mejilla.
“¿Verdad?” dijo
sonriendo. “Aquí somos muy fríos. Un beso es algo mucho mejor.”
Me quedé inmóvil,
tocándome como idiota la mejilla. A pesar de tener su cara un poco fría por el
clima de hoy, sus labios estaban tibios y habían dejado su calor en mi mejilla.
“¿Estás aún
conmigo Ben?” dijo Cass agitando su mano otra vez. “¡Por favor responde o me
asustaré! Jaja no creo que mi beso haya sido mortal ¿o sí?”.
Claro que lo fue.
Ahora estaba bajo una especie de hechizo. Nunca me lavaría esa mejilla.
“Para nada…”
respondí en voz baja. “Ha sido muy lindo de tu parte.”
“Jaja bueno, ahora
sí debo irme. Nos vemos Benny” dijo Cassandra, ahora sí alejándose, saliendo
por la puerta y desapareciendo en la niebla blanca de la avenida.
(Fuente de imagen: http://www.dowlingphotography.com/wp-content/uploads/2015/06/redhead_girl_model_0004.jpg)
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