Capítulo 1
El punto
de inflexión
Al salir por la puerta trasera, me relajó el sentir la
brisa fría de la noche. Respiré profundamente ese aire limpio mientras sacaba
una cajetilla de cigarrillos de mi bolsillo.
Encendí el primero de la noche.
Cada cierto tiempo, necesitaba tomarme un momento en
las fiestas para salir del ambiente festivo cargado de olor a marihuana,
alcohol y sexo. Era una bonita noche afuera, las estrellas brillaban y el
jardín de Carlos se veía tan verde como siempre.
Se podía escuchar el sonido apagado, el “boom boom”
del ritmo de la música, los murmullos y risas de los invitados y por ahí algún
“crack” de alguna botella o vaso roto. Esos sonidos eran de mi gusto. “Llámenme
extraño pero me gusta esa mierda” pensé. Quizás era una especie de voyerismo
auditivo el que estaba desarrollando.
Era la primera fiesta del último año y por supuesto
todos estaban muy emocionados. Ya en poco tiempo todos saldrían de la memorable
e increíble época universitaria, e iríamos al mundo de los adultos donde
tendríamos que enfrentarnos a responsabilidades mayores y al inimaginable
estrés. Sí… todo iba de maravilla. Y en cuanto a emocionados me refería a que
todos iban a tomar, drogarse y tener sexo en todo momento que pudieran porque
dentro de 12 meses tendrían que afrontar la vida real.
¿Yo? Bueno pues también tendría que afrontar toda esta
vida de mierda como todos los demás. No recordaba nada de lo aprendido en los
cursos los años anteriores y eso me deprimía un poco. Ingeniería no es una
carrera sencilla. Además, el mercado laboral es muy duro. Hasta ahora me
persigue el recuerdo del taxista que me llevó hace unos años. El tipo era un
médico cirujano (según él, porque podría haber mentido) y por falta de trabajo,
tuvo que dedicarse a hacer carreras de taxis. No hay nada de malo con el
trabajo de taxista, no lo digo por eso, lo que me aterroriza es que al final
termine haciendo algo que no quisiera por obligación, por llevarme un pan a la
boca.
Pero no era momento para pensar en eso. Quería
disfrutar el sabor del cigarro, el dulce humo inundando mi boca, sentir la
nicotina matándome suavemente con cada sorbo. Estaba en mi lugar feliz, con los
ojos cerrados, sólo escuchando la música y las risas, con las estrellas arriba
acompañándome y el fresco aire de un día de septiembre.
En el siguiente segundo, la puerta trasera de la casa
se abrió, se escuchó el bullicio interior y una persona salió al patio trasero.
– ¡Noah Chambers! ¿Qué diablos haces aquí afuera? ¡La
fiesta es adentro!–
Liz Norton había entrado en escena.
Liz Norton… mi vida universitaria no hubiera sido tan
interesante sin ella. Aún recuerdo cuando entró a mi dormitorio y la conocí por
primera vez.
***
–Hey, ¿este es el cuarto 124? Es que afuera dice ‘12’,
creo que se cayó el número 4. –
Una chica de cabello rojo corto, alta y de contextura
delgada acababa de entrar a la habitación. Su piel era tan pálida que me hizo
creer un momento que estaba enferma o algo así. Sus rasgos parecían nórdicos ¿o
quizás rusos? Tenía puesta una sudadera gris, bastante gastada, con el cuello
un poco estirado, tanto que se le veía parte de su brasier. Usaba jeans de
color negro y botas negras. Llevaba una boina verde y cargaba una de esas
maletas grandes de campamento en la espalda.
–Sí, este es el 124. – respondí después de mi
inspección preliminar. Bajé la mirada para seguir leyendo el comic de Astérix,
acostado en mi cama.
–Oh genial. – La chica nueva tiró sus cosas a un
costado y se tiró encima de la cama contigua. –Oh por cierto, mi nombre es Liz
Norton. Soy tu nueva compañera de cuarto. –
–Ehhhh… ¿estás segura que esta es la habitación
correcta?–
–Sí, ¿por qué?–
Liz prendió un cigarrillo y empezó a jugar con su
celular.
–Bueno, no quiero mencionar lo obvio, pero tú eres una
chica y yo un chico. –
Liz se levantó rápidamente y me miró abriendo sus ojos
completamente, sorprendida. – ¿Eres un chico? ¡Vaya! Gracias por mencionarlo,
no lo había notado. ¿Y yo soy una chica? ¿En serio? Me sorprenden tus
observaciones, deberías ser científico o algo así. –
Liz volvió a tirarse en su cama.
– ¿Gracias? Eso creo. – Respondí.
–En primer lugar, vivimos en una sociedad liberal y avanzada
como para estarse fijando el sexo de las personas que se juntan en una
habitación. Segundo, soy lesbiana Einstein. Así que no habrá ningún problema. –
–Oh… bueno eso es irrelevante. Quiero decir, siendo un
chico y una chica viviendo juntos es muy muy probable que en algún momento nos
veremos desnudos. En hombres no sería raro pero…–
– ¿Los chicos
se desnudan en frente de ti? Creo que acabas de salir del closet amigo…–
–No, no, tú sabes lo que quiero decir. –
–Mira…
eh…–
–Noah.
Noah Chambers.–
–Mira Noah, yo no tengo problemas con ver penes. Si tú
no tienes problemas con ver vaginas y senos, creo que nos llevaremos bien. –
– ¿Eso significa que sí te desnudarás frente de mí?–
–Claro, ¿por qué no? Pero si veo una erección de tu
parte, debo decirte que soy cinturón negro… y
siempre llevo una navaja suiza en mi bota derecha. –
–Copiado. –
***
–Sabes amigo, tengo que contarte un secreto. Algo muy
confidencial, cosas de la CIA, FBI y esa mierda. –
Liz se sentó a mi costado rápidamente y acercó mi
cabeza a la suya, como para contarme un secreto.
–Mira hermano, quizás tú no lo sabes pero…– Liz miró a
ambos lados como viendo si no habían moros en la costa y continuó. –…las
fiestas usualmente se celebran con personas.–
– ¿En serio?– pregunté sarcásticamente. –Maldita sea,
me estalla la cabeza con tremenda revelación. – Dije mientras con mi mano hacía
como si me estallara la cabeza.
–Lo sé, lo sé, por eso te dije que era algo súper confidencial.
– Liz me dio un golpe en el hombro. –Fuera de bromas, ¿qué haces aquí afuera?–
–Lo sabes hermana, tengo que tomar un momento chillin’ antes de regresar a las
fiestas. Además, los cigarrillos saben mejor bajo las estrellas. –
Liz me robó un momento el cigarro que estaba fumando,
dio un sorbo rápido y exhaló. –Oh sí, te entiendo perfectamente. –
Liz se paró rápidamente. –El break se terminó, vamos
de regreso a la casa. Han llegado nuevas nenas. –
Dio unos dos últimos sorbos a mi cigarrillo y lo tiré
al jardín. Liz me puso su abrazo en la espalda y me empujó de regreso a la
fiesta.
Al abrir la puerta se pudo escuchar nuevamente el
bullicio. La gente seguía en algarabía. La cerveza circulaba en los típicos
vasos rojos, había humo en el ambiente, quizás de marihuana o tabaco. Una
pareja estaba besándose cerca al lavabo y en la cocina estaban haciendo
competencia de tomar cerveza con esas jeringas gigantes.
– ¡Al menos la música es buena!– dije casi gritando a
Liz. La música estaba tan alta que me había tapado un poco los oídos.
– ¡Sí! ¡Yo también creo que esa chinita de allá está
muy buena!– dijo Liz sonriendo.
“Oh Liz, tú siempre tan prudente con tus comentarios”
pensé.
Jeremy Martínez y Mateo North estaban jugando dardos
en una de las paredes de la sala, mientras Jorge Figaro, Carlos Santiago y
Timothy Summers jugaban videojuegos sentados en el sillón.
-¿Qué juegan Carlos?- pregunté al acercarme al sillón.
-Un poco de Smash. ¿Quieres jugar? Vamos a jugar un
poco de Mortal Kombat luego.- dijo Carlos rápidamente sin dejar de mirar el
televisor.
-Oh claro que…-
-Oh no no señor, hoy no te meterás a los videojuegos
amigo.-
Liz me agarró del cuello y evitó que me sentara en el
sillón con los demás. –Hoy debemos ver a una chica para ti, ¿recuerdas?-
susurró Liz en mi oreja.
-Oh Liz vamos, ¿qué haces con ese geek de Chambers? Sé que eres del otro equipo pero creo que igual
puedo hacerte pasar un buen rato.- dijo Timothy mientras levantaba sus dedos en
forma de “V” y movía su lengua en medio de ellos.
-Gracias Tim, agradezco tu cumplido amigo.- dije
sarcásticamente.
-Oh por favor Summers, todos sabemos aquí que yo soy
más hombre que tú. Yo te haría mi perra si estuviera contigo.- gritó
rápidamente Liz como para que todos escucharan.
Hubo un montón de risas alrededor y Tim decidió volver
a sentarse, con una cara de vergüenza.
-Gracias camarada.- dije rápidamente.
-Ni que lo digas. Siempre es un placer molestar a
Timothy Summers.- respondió Liz con una sonrisa.
Después de dar unos pasos, abriéndonos paso entre el
mar de personas, Liz me llevó a una esquina y me
puso contra la pared.
-Hey calma hermana, tú sabes que a mí no me gusta
rudo.- dije sonriendo.
-Eso se ve a leguas amigo, ya todo el mundo lo sabe
jaja- dijo Liz riéndose.
-Oh… ¿en serio?... Eso no es bueno.- dije dejando de
sonreír. Realmente no lo era.
-Olvídalo. Oye, recuerdas por qué estamos aquí
¿verdad?-
Liz adoptó una expresión seria.
-Ehh… ¿por qué Carlos tiene un buen DJ? Es la primera
fiesta a la que voy que todo el repertorio de canciones no es de sólo
reggaetón. Me agrada que por fin sea música electrónica. ¿Sabías que Pank Deft
dará una gira próximamente en…?-
Liz me cortó rápidamente tapándome la boca.
-No viejo, hoy tendrías sexo, ¿recuerdas?-
-Ohhhh eso… pues…-
Empecé a mirar mis zapatos.
-No me digas que te vas a acobardar ahora porque si no
empezaré a pensar seriamente que tienes una maldición.-
-¿Maldición? ¿A qué te refieres?-
Liz suspiró. -¿Recuerdas a Christy?-
-Hey ella no me hizo caso porque se mudó.-
-Creo que se mudó porque tú le coqueteabas. ¿Recuerdas
a Andrea?-
-Sólo me gustaba mucho su cabello.-
-Sí claro, sólo su cabello. ¿Recuerdas a Raquel?-
-Hey hey, tú sabes muy bien que Raquel era una chica
algo... inestable.-
Me molesté un poco al decir eso. Raquel había
sido la chica con la que más cerca había estado de tener una relación (sexual y
sentimental). Su cambio repentino de parecer me había chocado por mucho tiempo.
-Eso me suena a maldición. Y para terminar.- Liz tomó
aire. -¿Recuerdas a Carla, Miriam, Gabriela, Susana y Tatiana?-
Fueron demasiados golpes rápidos como para poder
aceptarlos todos de una sola. Mi mirada se perdió en los pensamientos
repentinos que estaba teniendo en ese momento. Tantas situaciones, todas
salieron mal. “Quizás sí tengo una maldición” pensé.
-Siento hacerte esto amigo, sé que son golpes duros
pero quiero que te des cuenta que ya no puedes tomar la actitud pasiva de
siempre.-
-Te odio. Traer a mi memoria lo de Raquel fue muy
bajo, aún para ti. Tú sabes cuán deprimido estuve esos meses.- dije con una
mirada de odio a Liz.
-De acuerdo, de acuerdo. Quizás se me pasó la mano con
eso, pero mi punto se mantiene. Tienes que buscar a alguien hoy.-
-Así era Liz Norton, siempre conseguía lo que quería,
no importaba lo que tenía que hacer… así sea humillar un poco a su mejor
amigo.-
-….-
-….-
-¿Por qué hablas en tercera persona?- preguntó Liz con
una cara de desconcierto.
-¿A qué te refieres?- dije rápidamente.
-Acabas de hablar de mí en tercera persona.-
-¡Oh diablos! ¿Pensé eso o lo dije? ¿O quizás Liz es
psíquica?-
-No Einstein, estás pensando en voz alta. Eso es
bastante raro, incluso para ti.-
-Oh jajaja- reí nerviosamente. –Es que tengo la
sensación de que alguien puede estar observando mi vida como una historia y
quise dar un poco de fondo para que se entienda mejor.-
Liz se quedó en silencio y por su expresión, parecía
que estaba procesando todo lo que había dicho.
Lo que le dije a Liz no era una broma. Desde que entré
a la fiesta, sentí como si estuviera siendo observado. No, no era narcisismo.
Era algo como una sensación de que alguien te veía sobre la nuca, que por alguna razón me hacía explicar
más a fondo cosas que de por sí no se podrían entender sin tener un trasfondo o
un contexto. Era como contarle mi vida a alguien como una historia.
Por unos largos segundos estuvimos ambos en silencio.
Sólo se escuchaba el bajo de la canción “One last time” de Pank Deft y las
risas y gritos de las personas del lugar.
-Haré de cuenta que no escuché eso. Esto es demasiado
bizarro para mí.- dijo finalmente Liz.
-Sí… sí. Este momento jamás pasó.-
-Volviendo al tema- Liz suspiró. –Prométeme por favor
que al menos intentarás buscar a alguien interesante aquí ¿sí?-
-Está bien, está bien.- dije con resignación. –Daré
una vuelta.-
-Carlos ha invitado gente nueva así que es muy
probable que encuentres a alguien con quien mantenerte caliente la noche de
hoy.- Liz sonrió y me dio una palmada en la espalda. –Ve por ellas tigre.-
-Cállate.-
Liz desapareció entre la multitud.
“¿Quién diablos
se cree que es? ¿Mi mamá?” pensé. Ahora tenía a Raquel en la mente.
Supongo que debo dar una especie de explicación de lo
que pasó con todo esto de Raquel.
Hace más o menos unos 8 meses, Liz (sí, siempre ella)
me obligó prácticamente a usar la aplicación “Dater”, una aplicación de citas.
Después de como 5 días deslizando mi dedo hacia la
derecha en cada chica que pasaba, una chica me respondió. Su nombre era Raquel Pittman.
Por las fotos que mostraba, era una chica bastante
hermosa y… sexy. Tenía muchas fotos en ropa de baño que pondrían hasta a un
pingüino caliente.
Lo sorprendente fue que ella me haya aceptado. No
quiero traer mi autoestima abajo pero yo no soy muy atractivo. Cabello negro
ondulado que no puede peinarse fácilmente, no tenía un gran físico y mis
mejillas por momentos parecían enormes. Lo único que tenía a mi favor era tener
la piel naturalmente bronceada por ser de sangre latina y mis ojos café (me
gusta ese color).
En fin, para no hacer la historia larga, conversamos
tanto que un día ella me invitó a su departamento en la noche. Pasé todo el día
temblando de los nervios, bañándome como 6 veces y usé casi toda mi colonia…
bueno en realidad no era mía, Liz tuvo que prestarme una.
Al final, al llegar a su departamento, toqué su puerta…
por una hora. Nadie nunca salió. Después de dos horas regresé a casa y recibí
un mensaje de texto de Raquel diciéndome que se arrepentía de todo y prefería
no vernos. Regresé a mi habitación devastado y con lágrimas en los ojos.
***
-Wow amigo. No sé qué decirte, nunca me había pasado
algo así.-
Liz estaba sentada en su cama con sus audífonos, frotándose
la barbilla como pensando.
-¿En serio estuviste una hora tocando su puerta?-
preguntó.
Yo estaba en mi cama con una almohada en la cara.
Quería ocultar las lágrimas.
-Sí…- dije con una voz fingida, tratando de que no se
me quiebre la voz.
-¿Y no te dijo nada?-
-Pues…- me quité la almohada y saqué mi celular. Se lo
tiré a Liz. –Lee.-
Liz atrapó el celular. –Hey… no sabía que te gustaba
el porno asiático. Para mi gusto es bastante extraño. Yo prefiero…-
-¡ESO NO!- dije rápidamente. – ¡Abre el último mensaje
texto!-
-Ok… dice ‘Lo siento mucho Noah pero esto es un error.
Tuve un impulso de invitarte aquí. No sé qué me pasó, yo no soy así. Olvida
todo esto por favor. Imagina que fue un sueño. Lo siento mucho L’-
Liz volvió a leer el mensaje varias veces. -¿Es en
serio? ¿Qué problemas tiene esa mujer? ¿Qué imagines que todo fue un sueño?
¿Qué rayos? ¿Y una carita triste? Mejor que te haya dejado Noah, parece que es
medio psycho.-
-¡Es fácil para ti decirlo! ¡Tú traes chicas nuevas
cada 3 días!-
Estaba desfogando mi ira con Liz. No era justo pero
realmente deseaba desquitarme con alguien.-
-Ya, tranquilo hombre. ¡Prometo a ayudarte a encontrar
a tu alma gemela!- Liz se levantó rápidamente y saltó a mi cama. -¡Tu pene será
mi pene!- dijo mientras golpeaba al aire con convicción.
***
-Oye amigo… ¿con quién hablas?-
Volví a la realidad. Un chico de chaqueta azul estaba
mirándome de forma rara.
-Ehh…-
Otra vez había pensado en voz alta y ahora me
encontraba en una incómoda situación. “Espera, ¿eso lo pensé o lo dije?”
-No sabía que habían locos en esta fiesta.- dijo el
chico antes de desaparecer en la multitud.
“Diablos, tengo que
controlar eso.” Pensé.
(Fuente de imagen: http://widget.campusexplorer.com/media/original/media-42274AF0.jpg)
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