Nunca
nadie podrá entender cómo me sentí en ese momento.
Todos
tenemos el derecho a explotar, y con mayor razón, cuando significa proteger a
los que más queremos.
Todos
me miraron con asco, desprecio, pena.
No
me importaba en lo más absoluto.
Vivir
casi 10 años en un infierno, te hace inmune a todo lo que puedan pensar de ti
los demás.
Simplemente
no sientes nada.
Al
comienzo sufres demasiado, luego el sufrimiento va bajando, hasta que se
convierte en una aceptación.
Lo
aceptas, pero no lo olvidas. Tu ira, rencor y resentimiento son las únicas
cosas que te hacen despertar en la mañana.
Y
por supuesto, ella también.
Mi
pequeña Abby, ella no merecía todo esto.
Yo
quizás sí, quién sabe. Pero ella no.
Comentarios
Publicar un comentario