Las aventuras de la cuarta pared (episodio 2)

-Gracias por venir Elizabeth.- empecé diciendo mientras calentaba mis manos al coger el café.

-Por nada, por nada.- dijo Elizabeth moviendo sus manos, indicando que era algo mínimo. -Más bien yo te debería agradecer a ti.-

-¿En serio? Que yo recuerde no he hecho algo significativo por ti últimamente.- dije extrañado, mientras sorbía un poco del café caliente.

-¿Cómo de que no? ¡Esa historia que me mandaste sobre mí fue excelente! Si tienes más historias así, me encantaría leerlas.-

La emoción en los ojos de Elizabeth era bastante obvia, al igual que la confusión en los míos.

-Pero... pero... ¿cómo supiste que te iba a dar una historia? Yo nunca te la he dado, pensaba hacerlo ahora, mira...- saqué un sobre con un manuscrito y se lo enseñé a Elizabeth.-... aquí está.-

Elizabeth cambió su gesto de alegría a confusión en un segundo. Cogió el sobre y leyó rápidamente el manuscrito.

-Oye esto es lo mismo que me entregaste ayer.- sacó de su bolso un sobre exactamente igual al mío y me lo enseñó. -Mira, aquí lo tengo. Lo estuve terminando de leer de camino aquí.-

Examiné el manuscrito y me di cuenta que era exactamente igual. -¿Pero qué diablos? Yo sólo lo imprimí una vez y...-

Hey...

Hey...

Espera...

¡Ese es mi manuscrito!

¿Qué diablos?

¡Se lo dí a Elizabeth ayer en el parque!

-¡Exacto!- respondió Elizabeth. -¿Pero quién eres tú y dónde estás?-

-¡Eso quisiera saber yo!- dije con una tremenda confusión.

Elizabeth y yo empezamos a buscar con la mirada de dónde venía la voz hasta que fijamos la mira en... ¿mí?

¿Eh?

¿Cómo se dieron cuenta que estaba aquí?

¡Ustedes son sólo personajes!

¡Dejen de mirarme así!

***

Diego cerró el libro donde estaba escribiendo. Miró la etiqueta de café que estaba tomando y pensó.

"Nunca más vuelvo a tomar café australiano".


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