El evento Morfeo (Cuento de mi libro "Tales from the abyss")


 *Este cuento es parte de mi libro "Tales from the abyss" publicado en Amazon. ISBN: 9798596523966

Por favor respetar los derechos de autor.


Eran las cinco de la tarde y del campus de la universidad St. George salían los alumnos de sus clases. Yo terminaba de dar mi clase de historia regional y me dirigía a mi auto para por fin irme a mi departamento a relajarme.

“Oh Carbernet, allí voy dulce tentación rojiza”.

Mis viernes en la noche eran siempre así. Después de unas agotadoras clases, llegaba a mi departamento, me quitaba toda la ropa formal que se sentía tan pesada y la dejaba regada en la habitación, para luego ponerme unos shorts más cómodos y empezaba a tomar el vino barato que compraba todos los fines de semana, viendo películas de suspenso hasta quedarme dormido en el sofá.

Era una costumbre bastante simple pero me ayudaba a soportar la semana. Después de tantas preguntas, reuniones y gritos de la secretaria de la facultad, la señora Cruz.

-¡Trevor! ¿Qué hacen estos documentos en mi escritorio? ¡Muévelos o los botaré! ¡Yo no soy sirvienta de nadie! ¡Recógelos inmediatamente! ¡Ve a ser un flojo en otra parte!

Era insoportable. La odiaba mucho. Era un dolor de cabeza.

Aunque claro, como todos los sábados en la mañana Allison me despertaría para salir a correr. Pasaba de una secretaria con problemas de ira a una amiga enfermera obsesionada con su salud, tanto que se levantaba y me levantaba a la 6 de la mañana todos los sábados.

-¡Vamos Trevor! ¡El correr ayuda mucho a tu corazón! ¡Y es mucho mejor cuando es en las primeras horas del día!

Eso también era insoportable, principalmente cuando estás con resaca del vino de la noche anterior. Allison tenía suerte de que me gustara tanto. Si no fuera así, es muy probable que cuando llamase el sábado en la mañana, nunca contestaría sus llamadas para salir a correr. Tampoco mentiré… era agradable verla en pantalones de yoga. Era una buena excusa para levantarme temprano como ella quería. Siempre usaba la excusa de sentirme muy cansado para caminar detrás de ella. Sí, lo admito, soy lo peor.

Mis clases de los viernes eran en el edificio oeste, el edificio de los cursos de humanidades. Mi oficina estaba también aquí pero lamentablemente mi mente no estaba en el estacionamiento cercano. Debido a que llegué un poco tarde, no encontré espacio en el estacionamiento oeste, así que tuve que hacerlo en el estacionamiento este.

“Ahora toca caminar hasta allá.” pensé.

Era una caminata un poco extensa de 15 minutos, pero lo tedioso de caminar tanto se veía compensado con la hermosa vista de los enormes jardines verdes, llenos de árboles. Incluso se podían ver algunos venados pequeños revoloteando y saltando.

Eso era lo bueno de la universidad St. George. Se habían preocupado mucho por mantener la imagen de un campus amigable con el medio ambiente, cuidando sus jardines, plantando árboles y además trayendo algunos animales ideales para convivir en un ecosistema como el que habían armado. Los animales se habían adecuado muy bien al lugar, tenían un amplio espacio para moverse, cerca de 150 hectáreas y un pequeño lago en la parte un poco más alejada de las aulas.

Era normal de vez en cuando ver a una ardilla merodeando por los salones o en los botes de basura, pero usualmente los animales se mantenían lejos de los edificios y la gente. Algunas veces se acercaban a los alumnos cuando estaban en el pasto estudiando o conversando para pedirles comida, a pesar de que todos los animales eran alimentados todos los días y monitoreados por los veterinarios de la facultad respectiva, vigilando muy bien sus dietas.

En esta época del año, los alumnos estaban moviéndose todo el tiempo. Salían rápidamente de sus clases y corrían a la biblioteca o se reunían en grupos dentro de la cafetería o en los mismos jardines para conversar y revisar apuntes. Era normal, eran los últimos días de clases antes de los finales del semestre y recién ahora muchos alumnos prestaban atención a las clases y entraban en pánico por lo que no entendían.

Ya estaba cerca al estacionamiento y levanté la cabeza al cielo. El cielo aún era azul pero ya pronto el atardecer daría paso a la noche. Las nubes blancas adornaban el cielo y a lo lejos, se podía ver el acantilado “Salto de fe”, considerado un mirador con una vista increíble de toda la ciudad.

El campus St. George se encontraba debajo del acantilado pero un poco más al este. Era interesante porque se podía observar, si tenías una buena vista, cuando algunos autos llegaban a estacionarse ahí, ya sea relajarse y mirar el paisaje, o también en fechas como San Valentín, donde muchas parejas iban a ese lugar para tener sexo en sus autos.

Yo ya me encontraba en la playa de estacionamiento, cerca de mi auto por fin, hasta que una voz que conocía bien me detuvo.

-¡Profesor Díaz! ¡Espere por favor!-

“Oh no, Violeta…” pensé.

Alguien llegó corriendo desde atrás y se puso delante de mí, justo a unos metros de llegar a mi auto.

“Estuve tan cerca.”

Delante de mí se encontraba Violeta Prince, la primera de mi clase (y quizás todas las otras clases). Una joven de 20 años, cabello negro y ojos café, ocultos bajo unas gafas púrpuras. Sus jeans azules con su blusa blanca contrastaban con su piel canela. Una persona con muchísimo potencial… lamentablemente no se podía decir lo mismo de su actitud.

-Profesor Díaz, lo vengo siguiendo desde que salió de clase, le grité un par de veces pero parece que no me escuchó…- dijo Violeta con voz de sospecha.

-Oh ¿en serio? Lo siento mucho.- dije con ningún remordimiento. Efectivamente sí la escuché pero preferí ignorarla.

Violeta Prince era la típica persona que es muy inteligente pero necesita demostrarlo siempre. Es como si estuviera en un reality show y necesita siempre demostrar que es la mejor para que no la echen tan rápido del programa. Y realmente no necesitaba hacerlo. Sus notas siempre eran las más altas, pero siempre parecía que quería aún más, a pesar de que una nota mayor que la máxima no existía.

-Quería preguntarle sobre los temas que vendrán en el final de la próxima semana. No estoy muy segura si debería ponerle más dedicación a los primeros o a los últimos temas. Porque si puede ver aquí…- empezó a decir Violeta, sacando sus libros de su mochila y tratando de mostrarme algo.

-¿Es en serio Violeta? Pero si tú eres la persona que tiene las notas más altas en mi clase. Casi me atrevería a decir que aún si te ausentaras del examen final, igual pasarías mi curso.

Violeta se mostró ofendida. -¿No ir al examen final? ¿Pero cómo podría aumentar mi promedio final sin dar mi examen? Necesito dejarlo en lo máximo posible.-

-Sé que estás llevando una beca, pero en serio, he visto tu historial y deberías relajarte un poco. Deja los libros esta noche y no sé, mira una película, anda a una fiesta o algo así, antes de que tu cerebro estalle.- dije en modo de broma.

Violeta no lo tomó así, se mostró un poco ofendida. –Mire si sólo me puede responder un poco sobre este capítulo, porque no entiendo…-

-Violeta, por favor, tienes que…-

 

Algo raro pasó.

 

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

 

Un largo y fuerte grito se escuchó en todo el campus. Muchos empezaron a taparse los oídos porque se podía sentir cómo el grito perforaba los tímpanos.

Era un grito desgarrador, casi inhumano, y seguía. Nadie tenía los pulmones para poder dar un grito tan extenso y estruendoso.

Traté de buscar el lugar de origen del grito, pero alguien me había ganado en la idea. Un alumno señalaba hacia al acantilado. Miré hacia allí.

Aquí es donde la lógica se despidió de mi cerebro, porque no podía creer que lo que estaba viendo.

A lo lejos, encima del acantilado, se veía una silueta de lo que parecía una mujer. Ella era la que estaba dando aquel grito, pero eso no era lo más extraño.

Ella estaba… aparentemente… flotando. Un haz de luz la envolvía. Además de eso, una nube completamente oscura salía de ella y estaba cubriendo el cielo.

 

“¿¿¿¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO????”

 

Alguien me agarró el brazo fuertemente. Violeta estaba a mi costado, gritando desesperadamente algo que no podía entender por el grito. Sentía cómo me zumbaban los oídos.

Lo único que pude entender fueron sus señales. Ella señalaba al cielo.

Miré hacia arriba y vi como a lo lejos, el sol en el atardecer se estaba apagando, pero no porque el sol se esté ocultando, sino porque el sol literalmente se estaba apagando, hundiéndose entre las sombras que salían de la mujer en el acantilado.

Era difícil concentrarme porque el grito seguía destrozándome los oídos. Con mis manos tapándome las orejas, empecé a sentir un líquido tibio… era sangre.

Violeta seguía apretándome el brazo, cada vez más fuerte. Seguía gritando y diciendo cosas con unos ojos completamente desesperados. Su miedo era extremo y profundo.

Después de lo que pareció una eternidad, la mujer en el acantilado dejó de gritar y una fuerza inmensa salió del acantilado. Se sintió cómo si fuera un terrible terremoto, muchas personas empezaron a tropezarse y caer debido a la fuerza que había sido expulsada.

Violeta se sujetó de mí y yo del auto más cercano. Después de eso, el sol se apagó totalmente y todo el lugar se quedó cubierto en tinieblas.

El terremoto se detuvo.

Empezaron a aparecer luces en el campus de los celulares de la gente que estaba ahí. Yo hice lo mismo y ayudé a Violeta a levantarse, quien estaba hecha un manojo de nervios.

-¿¿¿PROFESOR QUÉ ESTÁ PASANDO??? ¡¡¡NO VEO NADA!!!! ¡¡¡ESTOY CIEGA!!!- ella tenía una respiración agitada y temblaba como una hoja.

Y no le faltaba razón para decir eso. Se había oscurecido completamente el día pero no como una noche cualquiera, se podía sentir la oscuridad, no podía ver ni la palma de mi mano sin la ayuda de la linterna de mi celular.

La única luz presente era la de la mujer en el acantilado, que seguía brillando y flotando pero ahora sin gritar.

Se escuchaban gritos y llantos alrededor. La confusión y el miedo podían sentirse. Yo tampoco no entendía qué estaba pasando y cómo así de repente apareció esa mujer en el acantilado y empezó a destruirlo todo.

-¡Cálmate Violeta!- le dije mientras trataba de tranquilizarla. –Llama al 911, quizás ellos saben algo…-

Violeta empezó a marcar en su celular mientras seguía llorando.

Empecé a mirar alrededor y ayudar a los que estaban cerca. Todos estaban confundidos y asustados.

-Profesor…-

Voltee a ver a Violeta. -¿Qué ocurre?-

Alumbré mi linterna a Violeta. Ella se encontraba parada, con la mirada perdida.

Corrí rápido a verla. -¡Violeta! ¿Qué ocurre?-

Ella seguía sin moverse. Después de unos segundos, sus ojos se pusieron totalmente blancos y empezó a desvanecerse. Logré sujetarla antes de que cayera al suelo.

-¿Violeta? ¡Violeta! ¡Reacciona! ¿Estás bien? ¿Qué pasó?- Violeta parecía dormida.

Su celular que había caído en el suelo sonaba ocupado. El 911 no respondía.

Revise el pulso de Violeta y me sentí un poco mejor al ver que estaba bien pero muy débil. Violeta aún respiraba pero no reaccionaba. “¿Se desmayó también?”

“Pum”

Algo había caído en el auto cercano a mí. Me acerqué a ver qué era.

“Es un… pájaro.”

El pájaro había caído en el parabrisas y tenía el cuello roto.

“¿Por qué se cayó?” pensé.

Inmediatamente después empezaron a sonar golpes nuevamente.

Empezaron a sonar gritos desconcertados.

-¡ESTÁN LLOVIENDO PÁJAROS!- alguien gritó.

Los pájaros estaban cayendo a montones del cielo. Algunos caían en los autos y otros en la pista o en las veredas.

-¿BECKY? ¡BECKY! ¿QUÉ TE OCURRE?-

Dejé a Violeta en el suelo y me acerqué a ver quién gritaba.

Era Matilda, una alumna de mi clase. Ella estaba cerca de los jardines del estacionamiento con otra chica en sus faldas.

-¿¿¿Qué ocurre Matilda???- pregunté desesperado.

-¡PROFESOR TREVOR! BECKY SE HA DESMAYADO… VIO CÓMO LOS VENADOS EMPEZARON A DESMAYARSE Y….-

Matilda tuvo la mirada perdida, igual como Violeta y en segundos cayó en el césped.

Alrededor había otros alumnos alumbrando la escena. Algunos dieron un grito de sorpresa a ver que Matilda se desmayaba también.

-Hey, ¡Matilda! ¡MATILDA!- su pulso estaba igual como el de Violeta, bien pero débil.

-Ella también se desmayó…- dijo un chico detrás de mí, antes de empezar a caer también.

Empecé a alumbrar mi linterna alrededor y pude ver cómo todas las personas que estaban alrededor empezaban a desmayarse. Uno a uno, las personas caían como moscas sin ninguna razón aparente.

Después de unos segundos me di cuenta que me encontraba totalmente solo.

-¿Ho… Hola? ¿Alguien sigue ahí?- pregunté con la voz entrecortada.

No hubo respuesta. El silencio era sepulcral.

-¿¿¿¿¿QUÉ ESTÁ PASANDO??????- Grité con desesperación.

Mi mente estaba tratando de buscar algo de lógica a lo que estaba pasando sin éxito. Empecé a respirar rápido y a sudar frío. No sabía que debía hacer ahora. A lo lejos empecé a escuchar gritos que se iban apagando y se podía ver algo de fuego en la ciudad.

“Es el fin del mundo” pensé.

Fue en ese momento que sentí un golpe dentro de mi ser. Un cansancio extremo. Vi cómo todas las personas dormían apaciblemente en el suelo y una voz en mi mente me susurraba “¿Por qué no dormir también? Me merezco un descanso”.

No me había dado cuenta que estaba ya casi acostado en el césped. Recosté mi cabeza en el jardín, se sentía tan fresco y suave. Mis ojos empezaban a cerrarse y mi cuerpo pedía a gritos que me diera por vencido.

Pero en mi mente saltó un débil pero repentino pensamiento.

“Allison”.

Abrí los ojos y sacudí la cabeza.

Tomé mi celular y marqué el número de Allison.

-¡Hola! Este es el número de Allison Brown, en este momento no me encuentro disponible pero puedes dejar un mensaje. ¡Qué tengas un buen día!- sonó la contestadora automática de Allison.

-¡Maldita sea Allison!- grité al celular. Quizás ella no se había desmayado aún.

Me levanté del césped y con la linterna empecé a alumbrar las placas de los autos para encontrar el mío. 

“Tengo que salir de aquí… tengo que salir de aquí… tengo que salir de aquí… debo buscar a Allison.” Era el único pensamiento que se cruzaba en mi cabeza.

Al encontrar mi auto sentí un escalofrío muy fuerte. Los vellos de mi nuca se levantaron. Sentía que encima de mí había algo. Alumbré con mi linterna al cielo y pude ver a algo que pasaba volando muy rápido, tanto que no pude ver qué eran. Solo alcancé a ver que era algo inmenso. ¿Un animal? ¿Un avión? ¿Una bestia?

Sacudí mi cabeza otra vez y decidí a volver a lo que estaba haciendo, tratar de entrar a mi auto.

Logré abrir la puerta y entrar. Cerré la puerta con seguro y traté de respirar profundo para calmarme. Tomé mi celular y marqué el número de Allison otra vez.

-Beep… Beep… Beep…. Beep-

Seguía sonando ocupado.

“Allison, espero estés bien”.

Encendí el auto y con las luces pude iluminar un poco más alrededor del campus. Se podían ver cuerpos y más cuerpos tirados en el suelo, incluso los cuerpos de algunos venados, zorros y ardillas como había dicho Matilda, además de los pájaros.

De repente, un sonido rápido se escuchó desde el cielo y algo cayó con fuerza en frente del auto haciendo que salte, conmigo, del suelo.

Pegué un grito de la sorpresa. Las luces del auto alumbraban a lo inmenso que había caído.

No era algo… era alguien.

Una figura de dos metros y medio, quizás tres se mostraba delante de mí.

Era un hombre…

Cuerpo desnudo, con musculatura promedio, piel oscura y unos ojos negros penetrantes. No tenía cabello en ninguna parte. Su imponente estatura y presencia me dejaron petrificado.

Al levantarse, de su espalda salieron lo que parecían una especie de alas, pero cubiertas de piel y carne, como si fueran unos brazos extras. Al final de las alas podían verse unas manos que formaban unos puños. Era un espectáculo terrorífico y grotesco.

Por sus fríos ojos me preguntaba si lo que estaba viendo era realmente algo humano o simplemente humanoide. El ser seguía en silencio, mirándome fijamente, como pensando.

El ser se acercó a mi auto y de un solo golpe de su puño destruyó el motor. El auto se levantó y no pude evitar gritar de pavor.

-Sal…- susurró. Su voz era calmada pero firme. Incluso podía jurar que se escucharon 3 voces diciendo lo mismo.

A pesar de estar completamente congelado del susto, no quise poner de peor humor al recién llegado.

Mis manos temblaban mucho, pero pasé saliva, respiré profundamente y abrí lentamente la puerta de mi auto.

Salí con cuidado y mirando al suelo. Al estar completamente fuera del auto, volví mi mirada al nuevo ser.

Realmente era alguien bastante alto y su presencia se sentía aún más fuerte al tenerlo más cerca.

El ser se acercó, agarró el cuello de mi saco y me levantó con facilidad hasta estar al mismo nivel que su rostro.

Su cabeza bien podrían ser 2 cabezas mías. Su mirada seguía seria y sus labios estaban apretados, como si siguiera pensando.

-¿Cómo escapaste del grito?- preguntó el ser con sus 3 voces.

No pude responder. Mi boca se abría pero no salían sonidos. Estaba extremadamente asustado como para juntar sonidos en forma de palabras.

El ser me quedó mirando, como examinándome. Después de unos segundos, sonrió.

-No te preocupes, eso se puede arreglar.

Puso su mano en mi cabeza.

Empecé a escuchar otra vez esa pequeña voz en mi cabeza, pero esta vez era extremadamente fuerte.

“Vamos… sabes que mereces descansar… solo déjate llevar… todas tus preocupaciones, problemas, estrés… todo desaparecerá si te dejas llevar… descansa…”

La oferta era muy tentadora. Mis ojos empezaron a cerrarse y mis músculos a relajarse. Ya no tenía miedo. Solo quería dormir y olvidarme de todo.

-Eso es…Duerme, te sentirás mejor…- dijo el ser aun sonriendo.

Empecé a pensar en Allison. Deseaba con todo mi corazón que ella estuviera bien. Que también encontrara la paz como la estaba encontrando ahora… quedándome dormido.

Antes de cerrar completamente mis ojos vi a lo lejos a la mujer que inició todo, aun flotando en el acantilado con la única luz en las tinieblas. Quizás era el sueño o un juego de mis ojos, pero me pareció ver una figura más que se acercaba a ella.

Pero el resto de esa historia no pude saberlo. Me hundí en un profundo sueño, lleno de paz y calma. Sin pensamientos o preocupaciones… solo… el abismo.

 

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